24 de diciembre de 2007

Las Trece Rosas… ROJAS son

Cuando vas al cine a ver una película así, vas sabiendo que no contaran todo, que estará dulcificado, descafeinado, “light”, como tantas cosas de nuestra vida cotidiana, pero acudes con la esperanza de que se abra una pequeña brecha en el muro de silencio de nuestra propia historia. Una vez más el resultado es decepcionante, una nueva traición a la historia.


G@lileo
Lo primero, doce de la Trece Rosas Rojas eran todas militantes de la JSU, comprometidas con el partido y con su manera de ver la vida como mujeres trabajadoras y luchadoras que eran, hasta el punto de mantener su militancia en la clandestinidad para intentar reconstruir la organización, en medio de la ansiedad de sangre de los fascistas victoriosos, la única no militante de la JSU Blanca Brisac, tenía relaciones con el PCE a través de su marido Enrique García Maza (“Agudo” fusilado en la misma madrugada del 5 de Agosto) que participaba en reuniones y actividades con otros comunistas músicos y miembros del Sindicato de Profesores de Orquesta. Las “Trece” eran inocentes por igual, pero tenían la dignidad y el coraje de seguir luchando por lo que creían. Que quede claro que fue el ansia de venganza de los fascistas lo que las llevo al paredón, en la película parece otra cosa .
Las detenciones de la época tenían otras formas, desde la entrada en los hogares al traslado y los interrogatorios en comisaría… hace falta tener coraje para llevar al cine la tortura, la realidad de los interrogatorios, como lo hizo Pilar Miro en “El Crimen de Cuenca”. Es la puesta en escena de la cruel realidad, no de la lágrima fácil, sino del sufrimiento y agonía que se vivía en las detenciones de la posguerra. La tortura y la muerte eran la verdad de todos los días.
La cárcel de Ventas no era un centro social ni un balneario para pasar las vacaciones, era un infierno organizado, un gran centro de hacinamiento, de malos tratos, de “paseos”, como lo fueron todos los centros de internamiento del régimen, el agua era escasa, partos sin asistencia médica, la alimentación casi nula y la higiene desconocida. En las cárceles se buscaba la humillación de los vencidos, la limpieza política. Ventas, concebida para recibir un máximo de 500 reclusas, llego a albergar a más de 4000 presas. ¿En que parte de la película aparece esto? ¿Por qué se han vuelto a olvidar de todas estas circunstancias?
La película da un giro de 360º a la cruel realidad y nos enseña a trece alegres jóvenes, jugando y cantando en la cárcel para matar el tiempo, como si estuvieran pasando un fin de semana en unas convivencias de la época. La directora de la cárcel y monja teresiana Carmen Castro, ni siquiera tramitó la solicitud de conmutación de la pena capital para las condenadas y sin embargo nos la “pintan” como una buena mujer que se preocupaba por sus presas.
La sentencia se conoció el 3 de agosto y hasta el 13, ocho días después del fusilamiento, no llegaron las peticiones de clemencia al cuartel general de Franco, que se limitó a anotar en sus márgenes la E de «enterado». Las “Trece Rosas Rojas” salieron de la prisión con las cabezas rapadas y vestidos andrajosos. Fueron fusiladas y rematadas con 68 tiros de gracia . No salieron bien vestidas, ni con su pelo al viento y no hubo en la puerta lágrimas, ni de la directora de la prisión, ni de las carceleras “Hijas del Buen Pastor”. ¿Dónde quedaron estos detalles? ¿Por qué nos han vuelto a cambiar la historia de este País?, será que la historia real que vivimos en la postguerra franquista no vende entradas de cine. Está claro que una película no es un documental de historia, que el guión se adorna con ocurrencias narrativas ¿pero es necesario ocultar y hasta tergiversar la base de la historia?
Esperado estreno para muchos y desconcertante para incontables más. Estamos acostumbrados a ver verdades a medias o simplemente falseadas sobre los temas de nuestra Guerra Civil o de la II República. El hecho de que a un director de cine se le ocurriera poner en pantalla la historia de “Las trece Rosas Rojas” nos abrió a algunos la esperanza de poder ver de forma digna un trozo de nuestra reciente historia, pero esta película solo nos ha ofrecido indignación y vergüenza de una historia tergiversada y falsa, donde según palabras de su director: “A los malos les he tratado con demasiada benevolencia si nos atenemos a lo que ocurrió en realidad. Pero lo he hecho a propósito, para evitar que los sentimientos del público sean de odio hacia ellos. Más bien prefiero que sientan compasión hacia los otros”. “Seguro que algún superviviente, cuando la vea, pensará aquello de "ojala hubiera sido así". Tendremos que seguir esperando a ver en la gran pantalla películas que recojan nuestro pasado de forma veraz, donde se haga justicia a nuestra historia, como seguimos esperando la anulación de todas las sentencias del franquismo, la apertura de fosas… la condena total y sin paliativos del golpe militar y dictadura de Franco.
Y sin olvidar que: “En la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, fueron fusilados los 56 miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas, entre los que se encontraban las Trece Rosas Rojas”
“Que mi nombre no se borre de la historia”

28 de septiembre de 2007

Mujeres en España por la paz en Colombia

En el marco de la “II PLENARIA INTERNACIONAL POR LA PAZ EN COLOMBIA”, que se realizará en Getafe, Madrid, los días 9, 10 y 11 de noviembre de 2007, un grupo de mujeres colombianas con el apoyo de mujeres españolas, trabajan para la realización de la I Asamblea Internacional de Mujeres por la paz, la defensa de los derechos Humanos y contra la guerra en Colombia.

El objetivo de la Asamblea es generar propuestas desde las mujeres, que contribuyan a la construcción de la Paz, la solución política negociada, la defensa de los derechos humanos, la aplicación del Derecho Internacional Humanitario y el desarrollo de una Diplomacia Ciudadana por la Paz en sectores de la sociedad civil internacional, organismos internacionales y gobiernos extranjeros.

En la jornada se escucharán las voces de las mujeres que viven y trabajan en pro de la paz y la defensa de los Derechos Humanos en medio del conflicto social y político que vive Colombia. El evento se llevará a cabo el día 8 de noviembre en la localidad de Fuenlabrada (Madrid).

La Asamble ha sido apoyada entre otras por Foro Social de Madrid, Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid, Secretaría de la Mujer CCOO Confederal, Secretaría de la Mujer CCOO y la Red Internacional de Mujeres Periodistas y Comunicadoras-Madrid.

24 de agosto de 2007

Ciudades seguras para las mujeres

Ponencia presentada al Seminario Internacional Ciudades seguras ¿De cuál seguridad estamos hablando?
Realizado en Medellín, Colombia en julio, 2007

Silvia María García Ángel
Corporación Para La Vida Mujeres que Crean

Ciudad
¡Esta ciudad!
Esta ciudad me aterra
Y también me alucina
Esta ciudad me viola
Me escupe, me mata
Me atraca en las esquinas
A veces me acaricia
A veces me extorsiona
A veces me corrompe
Me apaña, me asfixia
¡Esta ciudad cabrona!
(Ángela Martínez)

El nombre que da título a esta ponencia, “Ciudades Seguras para las mujeres”, no es una afirmación. Es en realidad un gran interrogante que recorre los pliegues de nuestra piel, de nuestro ser como mujeres. Pero es sobre todo, un clamor a buena parte de la sociedad, que sigue siendo indiferente frente a lo que pasa con más de la mitad de su población.

Nos dicen que la seguridad es hoy la consigna. En su nombre, el planeta está inmerso en una demencial confrontación armada, en un monumental retroceso frente a los pactos históricos logrados en materia de convivencia y reconocimiento de los derechos humanos.

En nuestro país también, la seguridad es el horizonte de la acción gubernamental y ella ha devenido, por mencionar solo algunas consecuencias, en impunidad, muerte e intransigencia.

Impunidad, en el mal llamado proceso de negociación con los grupos paramilitares, que está significando por ahora, no solo la seguridad del proyecto político-militar impulsado por ellos y sus aliados, sino también la seguridad de la evasión de muchas de las responsabilidades del Estado colombiano, al no evitar sus macabras rutas de muerte, control y expropiación.

Muerte e intransigencia, evidenciadas ahora dolorosamente con los once diputados del Valle del Cauca asesinados y que dan cuenta de la seguridad que las partes en confrontación militar buscan de sus idearios político-ideológicos y de sus peculiares conceptos de defensa de la vida.

La seguridad aquí y allá es sinónimo de militarización, de sospecha, de imposición de la uniformidad, de pensamiento único. En todas partes un enemigo, una permanente sensación de amenaza, por doquier la ideología del miedo. Esta idea de seguridad justifica las guerras preventivas, los rescates a sangre y fuego, la violación de los derechos humanos.

Como siempre, el fin justifica los medios y los daños colaterales, dicen ellos, bien ameritan la imposición de la democracia y la defensa de la vida. Pero estos son conceptos abstractos, ciertamente lejanos a la vida y a la libertad.

Esta no es la seguridad que buscamos las mujeres, ni para nosotras ni para nadie. Creemos que la seguridad tiene que transitar hacia novedosas formas de cuidado y protección que privilegien el valor y significado de cada vida y el compromiso profundo con la libertad, la diversidad y las diferencias humanas.

Tamaña tarea, en una sociedad global signada por la bobalización norteamericana, las lógicas imperiales, la sacralización del capital, la glorificación de la guerra, la mitificación de héroes armados, la banalización del dolor, la preeminencia del espectáculo, la re-colonización de cuerpos y mentes. La lista es interminable, pero sin duda, los hilos invisibles de este entramado, están logrando arrinconar la vida de millones de seres humanos a una difícil sobrevivencia y a una intolerable indignidad.

¿Cuál es, podemos preguntar ya, el telar que permite crear esta urdimbre de desolación? ¿Dónde están esas manos invisibles que guían los hilos sombríos de este entramado perturbador?

Con profunda convicción y certeras constataciones históricas, sociológicas, antropológicas, las mujeres -al menos muchas- afirmamos que el causante es un sistema socio-sexual y cultural que se afinca en la superioridad y centralidad de los hombres y en los valores asociados a lo masculino.

La historia de la cultura humana es antigua y milenaria. Las primeras humanas y humanos modernos se reconocen desde hace 120.000 años. Se tiene evidencia de arte religioso centrado en la imaginería sexual que data de hace 20.000 años. La Venus de Willendorf, estatuilla en piedra caliza de la diosa grávida de la antigüedad fue esculpida hace 27.000 años.

Riane Eisler, en sus magníficas obras “Placer sagrado” y “El cáliz y la Espada” demuestra que la tendencia original de esas primeras comunidades humanas era hacia lo solidario. Estructuradas sin jerarquías, las diferencias no se vivían como desigualdad, asunto particularmente significativo para las mujeres. Pero hace 5.000 años factores diversos y complejos como sequías, desertificación, hambrunas, caos y estrés condicionaron la emergencia de una nueva manera de organización social que Riane, así como otras autoras y autores no dudan en nombrar como la instauración de un modelo dominador, que hoy nombramos como patriarcado.

El patriarcado, inaugura la violencia como forma estructurante de las relaciones sociales, violencia que en sus raíces es negación de lo femenino.

Este sistema se edifica sobre la eliminación de la Gran Diosa Madre, representación simbólica de la integración, de la unidad paradojal pero posible de los opuestos. Ella expresaba la valoración de los vínculos entre mujeres, hombres, naturaleza y cosmos, fundados en el amor, la confianza y lo creativo.

En esos tiempos se tenían la vivencia y la comprensión de que el poder supremo se expresaba en dar, nutrir e iluminar la vida. Las relaciones entre mujeres y hombres estuvieron marcadas por la inclusión y no por la exclusión, por la integración y no por la separación, por la unificación y no por la fragmentación, por la comprensión y no por la intolerancia.

El horizonte simbólico de la Gran Diosa, permitió la estructuración de sociedades caracterizadas por la regularización de los antagonismos y los opuestos, promoviendo por esta vía una mejor y posible concordia social y cultural.

Con la aparición de los dioses guerreros y sus múltiples rostros masculinos, hoy nos es difícil entender la re-unión de la polaridad, que el antagonismo y la contradicción no significan combate, eliminación, borramiento. Perdimos el sentido de la unidad entre luz y oscuridad, naturaleza y cultura, amor y odio, conciencia e inconsciente, razón y emoción, vida y muerte, cuerpo y alma, alfa y omega, femenino y masculino.

El patriarcado, con sus símbolos guerreros, produjo una gran escisión, un quiebre esencial, que rompió las conexiones y estableció otro orden cuyas consecuencias padecemos hoy en la demente destrucción de nuestro entorno natural, en la violencia estructural contra las mujeres, en la estigmatización del otro diferente que no encaja con los modelos de los centros de poder religioso, político o neoliberal.

El patriarcado estableció la fragmentación, jerarquizó los opuestos, estigmatizando a unos y sobrevalorando a otros. En este complejo proceso cultural y psíquico, el género masculino usurpó entonces como patrimonio, entre otras muchas virtudes, la razón, la fuerza, la trascendencia, el protagonismo y el coraje. Al género femenino, en cambio, solo se le podían reconocer defectos e imperfecciones: la emoción, la debilidad, la inmanencia y la fragilidad.

Mítica, histórica y psíquicamente se nos ha despojado de los significados profundos de esa lejana construcción simbólica, expresión de las lúcidas comprensiones de lo humano y de la multiplicidad de relaciones posibles entre los seres humanos.

La cultura occidental como hoy la disfrutamos y padecemos, es también el producto de una guerra contra lo femenino y lo que representa en cuanto develamiento de todo lo humano con sus sombras y luces, su bondad y maldad, sus fortalezas y debilidades. Esta guerra, cercenó los sentidos y significados de la integración, la inclusión y la unidad. Nuestra cultura nace de la eliminación simbólica y real de los referentes asociados a la Gran Diosa y con esto se instaló la milenaria exclusión y dominación sobre las mujeres.

La lógica patriarcal, contiene en sus fundamentos un libreto único que se expresa en la cultura, la política, la economía. Por ello, esta no se agota en todas las expresiones de la discriminación y la violencia contra las mujeres. Ella se expresa también en la dominación de los pueblos mediante la guerra y en la mercantilización de la naturaleza, destruyendo a su paso la memoria de la vida en su largo proceso evolutivo. Igualmente en la acumulación codiciosa y arrogante de unos pocos y el empobrecimiento cada vez más escandaloso de muchas mujeres y hombres, despojando a millones de seres humanos de la oportunidad de desarrollar sus múltiples potenciales.

Se preguntarán ustedes… ¿Qué tiene que ver todo esto con el tema que nos convoca a este seminario, con el asunto particular de ciudades seguras para las mujeres?

Pues tiene que ver todo. Las ciudades son un constructo histórico y social. Reflejan en consecuencia las luchas y la confrontación de intereses y valores entre quienes las disfrutan, las usurpan y las padecen. En ellas están presentes los sueños, esperanzas y visiones de sus habitantes. Pero también dan cuenta de los miedos, la desolación, las identidades negadas, los cuerpos violentados y las voces olvidadas de muchas mujeres y hombres cuya vida discurre, o mejor se escurre, en estos paisajes urbanos.

Las ciudades no son neutrales ni asexuadas. Son escenario de relaciones sociales, políticas y culturales, por esto en ellas también se reflejan los estereotipos aún vigentes sobre mujeres y hombres, así como las desiguales relaciones entre unas y otros.

En su origen, las ciudades fueron creadas para el ejercicio de las libertades, masculinas por supuesto. En consecuencia ellas reprodujeron la separación entre la esfera privada y la pública, así entonces las mujeres en la casa y los hombres en el trabajo, la política, las ciencias, el arte.

Esta impronta original, se mantiene en nuestras ciudades contemporáneas, observable en la organización del territorio: zonas para la producción, para el comercio, para la vivienda, para el ocio, para la administración pública. Segregada, zonificada, dividida por áreas, la malla vial y el automóvil son el vínculo por excelencia entre los pedazos de ciudad. Es poco el espacio para la sociabilidad, para el encuentro, para la charla, para la lúdica.

En el caso de las mujeres, que no abandonaron la casa pero ingresaron al espacio público –espacial y político- que se insertaron al mercado laboral, por no decir a la búsqueda incierta de ingresos para la sobrevivencia, la ciudad es un inmenso laberinto que consume su tiempo, al igual que aumenta su cansancio y ansiedad para llevar y recoger su prole de la escuela o del jardín infantil; para hacer las compras, pagar las cuotas, llevar a alguno de sus familiares al centro médico, asistir a las mal llamadas reuniones de padres de familia, esto pues por lo general casi siempre son las madres las que asisten. En fin, la lista es de no acabar.

La doble y triple jornada, pues se añade el trabajo comunitario, es para la mayoría de las mujeres una realidad incuestionable. Estudios bien documentados, señalan que las mujeres realizan mayores desplazamientos, los cuales por lo general hacen a pie. Este zigzagueante caminar es la búsqueda extenuante por compatibilizar su trabajo en la esfera pública, que incluye el ámbito de la economía, con las responsabilidades familiares y domésticas.

Las mujeres que tienen auto, al menos muchas, no se libran de las tareas asociadas a las funciones familiares. Tal vez ganan tiempo, aunque ahora ello es difícil de valorar, dada la preeminencia de los automóviles en el funcionamiento de la ciudad, los cuales ya son demasiados para las vías existentes y claro, para mantener la calidad del aire.

La movilidad de las mujeres en la ciudad, las condiciones del transporte público, el trazado de las vías, las rutas, las paradas, la seguridad, la funcionalidad no son factores que se tienen en cuenta a la hora de tomar decisiones al respecto. Valdría la pena, ahora que se aproxima la puesta en marcha del Metroplus, ver con ojos de mujer, las facilidades o dificultades que propiciará.

Los buses para dar otro ejemplo, no están diseñados para acoger a las mujeres con sus paquetes, con las niñas y niños que cargan o las personas ancianas o enfermas que acompañan. Esto sin hablar de los apretujones, aprovechados por caballerosos amigos de impunes y forzados deleites sexuales.

Y ya que hablamos de este asunto del transporte, como no hablar también de los riesgos que corremos las mujeres en los taxis. Varias denuncias señalan la ocurrencia de violaciones al utilizar este medio de movilización.

La ciudad es una realidad espacio-temporal que es diferente para mujeres y hombres. Por ello, entre otros asuntos, las decisiones de las mujeres para aceptar un empleo o proveer sus ingresos están mediadas por la cercanía a su lugar de residencia. Esto sin duda es un obstáculo invisible pero real que afecta a un gran sector femenino. Sin embargo, también hay que decirlo, esta situación es inversamente proporcional a la cualificación y estatus social de las mujeres.

La cuidad planificada es la proyección de urbanistas y políticos, hombres por lo general en lugares de poder, que proyectan sus intereses, necesidades y representaciones. La pregunta entonces es ¿cómo acogen las ciudades a sus mujeres? ¿Cómo responden a sus necesidades?

La respuesta es incierta, las mujeres estamos cambiando pero las ciudades no. Hasta ahora los hechos y los datos nos indican que la violencia en la casa y en la calle son persistentes, la violencia, el abuso y la explotación sexual de jóvenes y niñas es alarmante. La pobreza tiene rostro de mujer, en la migrante, en la desplazada por el conflicto armado, en la vendedora ambulante, en fin en miles de mujeres pobladoras de nuestros barrios populares. Las mujeres se convirtieron en generadoras de ingresos, pero no cuentan con servicios de apoyo para las responsabilidades familiares y domésticas.

La historia de nuestras ciudades latinoamericanas es la expresión de las luchas permanentes por hacer parte de ellas, luchando por pedazos de esperanza y de significación para hacer retroceder las fronteras de la exclusión. La ciudad impone límites y prohibiciones que se transgreden con violencias. Pero también se infringen con irreverencia, tozudez y conciencia del derecho a la ciudad.

La cuidad no es paisaje urbano es sobre todo la vida de sus pobladoras y pobladores. Su historia, está ligada a las mujeres y hombres que la han construido. En este punto vale la pena honrar a las mujeres, constructoras de barrios y ciudades, quienes huyendo de la guerra y la pobreza o expulsadas por la expropiación de sus terruños, crearon barrios, lucharon por un refugio al que llamaban vivienda, se organizaron para conseguir los servicios públicos básicos, la escuela, el centro de salud, la zona de juegos comunitarios y también sus centros de culto religioso. Ayer fueron las migrantes, hoy son las desplazadas que reconstruyen redes sociales y comunitarias para no sucumbir al dolor y arañar un retazo de futuro digno para sus familias.

El aporte invisible de las mujeres, su presencia en la economía, en la cultura, en la reproducción social no se refleja en las instancias de decisión y representación. Son tantos los obstáculos, tantos los miedos, tan profunda la interiorización de la menor valía que aún no nos animamos. Pero también es tan eficaz la dominación simbólica que anida en el inconsciente de nuestra sociedad, que por doquier encontramos barreras invisibles para incidir y participar en las decisiones que afectarán nuestras vidas. Estos son los famosos techos de cristal.

¿Dominación simbólica? se preguntarán. Si, es aquello que nos permite ver normal lo que es aberrante y está instalado en nuestras mentalidades y en la cultura. Ella por ejemplo se refleja en la escogencia de los símbolos que dan sentido y valor a la memoria, al re-conocimiento de las raíces de nuestra identidad, de nuestros hitos y de nuestra cotidianidad. Los monumentos, los nombres de las calles, de los edificios, de las plazas, dan cuenta de ello, de la signicación otorgada, pues las cosas no son lo que son sino lo que significan.

Si observamos con detenimiento, “ilustres” conquistadores y colonizadores, pero también guerreros libertadores, banqueros, gerentes, ingenieros y políticos pueblan nuestro itinerario por la ciudad. Por ningún lado nuestra origen indígena o afro, tampoco nuestro mestizaje, nacido del genocidio y la violación de nuestra ancestras indias.

Hasta hace muy poco, las mujeres estábamos ausentes, nuestra impronta histórica en la ciudad borrada. Por fortuna, ahora en Medellín, transitamos por avenidas y calles que nos hablan de María Cano, de Rosita Turizo y de otras mujeres. Muchas personas tendrán que preguntarse quienes son ellas, que han hecho. La tozudez de algunas mujeres de la administración municipal y la voluntad política de este Concejo han hecho posible empezar a cambiar un orden simbólico androcéntrico, centrado en gran medida en personajes masculinos, protagonistas de la conquista, la colonización y las guerras de independencia.

Por las venas de nuestras ciudades circulan altas dosis de testosterona. No de otro modo pueden explicarse las prácticas sociales que predominan: competencia, desarrollo económico, negocios, rentabilidad, especulación, violencias, producción, cemento, individualismo, segregación, fuerza, conquista.

En nuestra querida Medellín, los efectos visibles de tales compulsiones han dejado huellas dolorosas en nuestra historia reciente. El afán de lucro, de éxito y de pujanza, presente en la médula de esta cultura paisa, ha generado sin duda, empresa, riqueza y muchos logros por los cuales sentir orgullo. Pero también ha derivado en la prosperidad de la ilegalidad y la corrupción. Con un Estado ausente durante varias décadas en muchas zonas empobrecidas de la ciudad, la tragedia explotó. Las extremas formas de violencia que padecimos, comunicaron en su sin razón, la existencia de miles de personas excluidas, que arañando pedazos de montaña se aferraban a una mísera existencia. Ante nuestros ojos se desarrolló el genocidio de miles de jóvenes, víctimas y victimarios, que cambió la estructura demográfica de la población.

Nuestra historia reciente está marcada por narcotráfico, sicariato, justicia por mano propia y seguridad proporcionada primero por milicias guerrilleras y luego paramilitares. En la otra orilla, gobernantes negligentes y muchos empresarios y comerciantes haciendo ostentación de sus ganancias, en cómodos condominios de Miami.

En el plano urbano también se ha reflejado el usufructo comercial de la ciudad. Aunque empezamos a ver correctivos, como desconocer la poca generosidad con aceras y zonas peatonales, las insuficientes áreas verdes y plazas para el encuentro en el centro y en los barrios, el retiro de bancas en los parques, la demolición de referentes históricos y de nuestro patrimonio arquitectónico para dar paso a moles de cemento.

La pujanza de la raza, dicen muchos… perdónalos por que no saben lo que dicen, las razas no existen, todas y todos en este planeta somos descendientes de una Eva ancestral africana.

Sin duda, nuevos aires refrescan la ciudad. Pero los cambios no serán sostenibles y más profundos, si en la euforia de las muchas transformaciones evidentes, dejamos de lado el encuentro colectivo y diverso para reconocer causas y responsabilidades de las muchas tragedias que hacen parte de nuestra historia.

Es necesario repensar la ciudad y las micro ciudades que la integran, pero no solo eso, requerimos emocionar con ella, como diría el biólogo chileno Humberto Maturana. Necesitamos conjuntar razón y emoción, racionalidad y solidaridad para dar paso a cambios sustantivos en nuestras mentes y corazones así como en las prácticas de poder signadas por la acumulación, el individualismo y la indiferencia.

Este reto, es ahora más que nunca un imperativo, pues las políticas neoliberales y el modelo económico en curso están agravando las condiciones de vida en las ciudades, profundizando los problemas estructurales.

Con lo dicho hasta ahora, podemos afirmar que la ciudad es paradoja, es mutación, es interrogante, es pregunta abierta al futuro.

Para las mujeres, la pregunta por el presente y el futuro es vital, pues la ciudad continúa siendo un ámbito hostil y poco seguro para nuestro desarrollo pleno. No son solo las violencias y el maltrato, que poco disminuyen. Son también la pobreza, los múltiples esfuerzos por la nutrición y la seguridad alimentaria, las viviendas precarias, la desconexión de los servicios públicos, las rutas de la muerte buscando servicios de salud, los obstáculos para realizar un aborto en los términos de la sentencia de la corte, las muertes que continúan por los abortos clandestinos.

También está la tiranía de un modelo corporal, que está produciendo la pandemia de la bulimia y la anorexia. Está el consumismo, que está llevando a muchas jóvenes a la aventura incierta de la prostitución, presas fáciles de los comerciantes del sexo.

Están las desplazadas, las de antes y las de ahora, en una ciudad poca hospitalaria con ellas, pero con los brazos abiertos a extranjeros, muchos de ellos ansiosos por hacer buenos negocios.

Están las mujeres en muchos barrios, viviendo una tensa calma, con ojos vigilantes sobre sus familias, sus organizaciones y sus vidas. La desmovilización todavía no es una paz cierta y mucho menos una posibilidad real de reconciliación.

El concepto de seguridad, adquiere significaciones diferentes para las mujeres, entendiendo que somos múltiples y diversas: niñas, jóvenes, desplazadas, trabajadoras en la calle, pobladoras de barrios populares, mujeres en ejercicio de prostitución, empresarias, profesionales, académicas.

El concepto de seguridad para las mujeres no está asociado solamente a las posibilidades de disminuir daños, riesgos o amenazas. La inseguridad es también desazón, miedo, incertidumbre, desconfianza. Es piel lacerada, cuerpo borrado y expropiado. Para las mujeres, la seguridad está ligada a la aspiración de SER, al desarrollo de nuestra autonomía, a la urgencia de adquirir una significación, primero para nosotras y luego para los otros. A la urgencia de lograr un desarrollo pleno, vital y creativo.

Queremos una ciudad, nuestra casa grande como dice la Red de Mujeres Populares, que propicie el logro de tales aspiraciones. La ciudad tenemos que re-crearla para que mujeres y hombres podamos desarrollarnos y relacionarnos desde valores de ciudadanía, solidaridad, sentidos de colectividad y enriquecimiento en la diversidad, Aspiramos a una ciudad que construya democracia plena en la economía, en la política, en la cultura. Una ciudad que incluya, donde todas y todos quepamos.

El derecho a la ciudad, es un derecho reconocido en el marco internacional y propiciar ciudades seguras para las mujeres es un tema de preocupación global.

Foros internacionales intergubernamentales, así como declaraciones diversas dan cuenta de un asunto que no es de poca monta. He aquí algunas de ellas:

- Declaración mundial de Iula sobre las mujeres en el gobierno local (Zimbabwe- 1.998)
- Declaración del Congreso Fundador de “Ciudades y gobiernos locales unidos” (París-2.004)
- Carta europea de las mujeres en la ciudad (1.995)
- Declaración del Encuentro construyendo ciudades por la paz
- Declaración de Montreal sobre la seguridad de las mujeres (2.002)
- El libro blanco de Barcelona

Y aquí en nuestro país, concretamente en Bogotá, durante el año 2.004 se realizó la segunda conferencia internacional sobre seguridad para las mujeres, organizada por el programa Ciudades más seguras de Naciones Unidas.

La ONU por su parte, está empeñada en que los gobiernos locales avancen hacia la consecución de ciudades seguras para las mujeres, mediante el impulso de políticas, legislaciones, estrategias, medidas de prevención, tratamiento y castigo a las muchas formas de violencia contra las mujeres tanto en el ámbito privado como público.

En todas esas declaraciones hay planteamientos comunes:

- Aplicación de la ley de cuotas y participación en el poder local
- Transversalización del enfoque de género en la administración pública y en todas las políticas públicas.
- Transformaciones en la cultura que permitan eliminar los estereotipos sobre mujeres y hombres.
- Políticas públicas para democratizar el trabajo doméstico y transformar las dicotomías entre lo público y lo privado
- Presupuestos públicos que reflejen los intereses y necesidades de las mujeres
- Estadísticas oficiales que reflejen el uso del tiempo de las mujeres y visibilicen sus aportes económicos y culturales a través del trabajo doméstico, las actividades comunitarias, el servicio social
- Seguridad del sistema de transporte
- Información desagregada por sexos sobre desplazamientos, origen y destino de los viajes, para considerarlas en las políticas de movilidad
- Seguridad sin represión, privilegiando la prevención y la educación.
- Condiciones ambientales que propicien la salud, el cuidado de los bienes naturales y construyan una ciudad ambientalmente sostenible y disfrutable ahora y en el futuro.
- Horarios de las oficinas públicas y privadas que consideren las múltiples funciones de las mujeres.

En este listado tendríamos que incorporar la demanda por un sistema de justicia pronto, ágil e integral que no re-victimice a las mujeres, que sea solidario, en un marco de derechos, frente al dolor y las secuelas que dejan la violación de sus derechos humanos. Y hoy más que nunca protección, Verdad, Justicia y Reparación para las muchas mujeres víctimas de este conflicto armado que no termina. Esto sin hablar de la urgencia de un acuerdo humanitario, son muchas las mujeres que esperan a sus esposos, padres, hermanos.

Con nuestras voces y la voluntad de muchos sectores de la sociedad podemos proponer muchas medidas creativas para transformar las condiciones de vida de las mujeres de esta ciudad. ¿Por qué no, por ejemplo, pensar en señalizar los lugares de la ciudad más peligrosos sin estigmatizar? ¿En construir mapas de riesgo para las mujeres? Claro que tendríamos que excluir por ahora las casas –los sitios más peligrosos- pero sería un principio de protección y auto-protección de las mujeres

Muchas acciones nacidas de la insumisión de las mujeres han contribuido a cambiar visiones y prácticas frente a la población femenina y han obligado a los gobernantes a asumir acciones y compromisos que disminuyan los factores de discriminación e inequidad frente a las mujeres.

Este compromiso ha sido evidente en esta administración municipal. Contar con una Secretaría de las mujeres y un despacho de la primera mujer creativo y generador de debate público, es un patrimonio para la ciudad.

Necesitamos continuar con los cambios, re-conocer las raíces psíquicas, políticas, simbólicas, cotidianas que sostienen la cultura patriarcal. Si no vamos a las causas profundas, solo garantizaremos la seguridad de su reproducción y la perpetuación de las situaciones de inseguridad de las mujeres. La seguridad del modelo, es la inseguridad de las mujeres. Los cambios han de calar en la piel individual y colectiva de la ciudad, pues de lo contrario ser mujer es un peligro.

Urgen paradigmas inéditos que permitan rupturas profundas en un modelo que está demostrando ser hostil con la vida, la convivencia, la igualdad y la justicia.

Mucho son los avances, pero también es mucho lo que aún falta. Las leyes son necesarias pero insuficientes mientras no haya un compromiso ético, que lleve a considerar las problemáticas de las mujeres como asunto público y del máximo interés para el conjunto de la sociedad.

Por esto, Estado, gobiernos locales, sociedad civil e instancias de participación y decisión ciudadana como son los Concejos municipales, tendríamos que redefinir pactos y compromisos que permitan que los hombres resignifiquen su ser y estar en el mundo y las mujeres puedan avanzar en sentidos de confianza y orgullo por el solo hecho de serlo, desarrollando a plenitud su libertad y todas sus inmensas capacidades.

Así entonces la ciudad sería compartida y el poder un ejercicio conjunto de equipotencia, equivalencia y equifonía.

Deseo concluir con una cita de Marta Cecilia Vélez Saldarriaga, feminista antioqueña:

“Y aquí en nuestro país y en nuestra ciudad concretamente, pienso en las mujeres de Moravia y otras comunas, constructoras de un barrio y creadoras de formas alternativas y comunitarias, mujeres solas, jefas de hogar, llevando adelante proyectos que las más de las veces nos enseñan que hay otras formas del crear y del avanzar que no sean bajo las figuras del odio y de la destrucción”


Medellín, 7 de julio

14 de julio de 2007

Nuestra memoria histórica: Recordar para construir

Fabiola Calvo Ocampo

“Todos me conocéis y me sabéis incapaz de callar. No aprendí a hacerlo en mis 73 años de vida. Y ahora no quiero aprenderlo. Callar, a veces significa mentir porque el silencio puede interpretarse como aquiescencia. Yo no podría sobrevivir a un divorciado entre mi conciencia y mi palabra, que siempre han formado una excelente pareja”.

Fueron palabras pronunciadas por Miguel de Unamuno en una célebre conferencia en la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936.
Entre los asistentes se encontraba el General Millán Astray lo que no constituyó un obstáculo para que el filósofo subrayara en su discurso: “Venceréis pero no convenceréis”. Y 40 años duro la dictadura del Generalísimo Francisco Franco.
¿Callamos? ¿Hablamos? ¿Escribimos? ¿Recordamos? Nos enfrentamos a la pregunta ¿Qué es la memoria histórica? Algunos instalan la respuesta en Pierre Nora en la preparación de la conmemoración de la Revolución Francesa, pero el filósofo Theodor Adorno es quien nos adentra en la memoria para la mejora y calidad de la cultura política actual, así como para las nuevas generaciones de ciudadanos y ciudadanas, según nos recuerda el proyecto de Ley sobre Memoria Histórica, presentado por el grupo parlamentario en España, Ezquerra Republicana a la mesa de los diputados.
Y ¿qué nos viene a decir Adorno en su Mínima Moralia, publicada en 1951, acerca de la Memoria Histórica?
Comprenderlo, quizá es sencillo para la razón pero no simple para el corazón. Nos dice que es un derecho humano más, que es un requisito previo e ineludible para la consecución de la justicia.
Para él, sin memoria no puede existir justicia. Por eso recomendaba a las instituciones públicas formar a la ciudadanía a través del sistema educativo en valores e ideas democráticas mediante el cultivo activo del pasado. Esto es, ocuparse no sólo de la memoria de las víctimas, sino también de todos aquellos proyectos que no pudieron ver la luz, de todas las ilusiones perdidas, de las escuelas, de los maestros, la cultura y los derechos sociales.
En este momento en Colombia, doloroso decirlo pero es parte de nuestra realidad: una gran mayoría de nuestros jóvenes desconocen su pasado inmediato. O nadie se los cuenta o la institucionalidad borró y borra nuestra historia. ¿Cuánto hemos perdido?
Comprometernos con la memoria histórica es una reivindicación de los sin voz para hablar con nuestra voz; es un derecho de la sociedad y una obligación y un derecho de quienes tenemos conciencia de nuestro pasado histórico.
Destruyendo la memoria, no sólo destruyen la identidad colectiva sino la individual. No permitamos que con nuestro silencio se pierda la riqueza de un pasado. Ya los cambios generacionales empiezan a dar fe de ello.
No permitamos que el silencio, el miedo o la muerte trágica o natural de tantos protagonistas o, de quienes pueden legar sus testimonios, nos priven de los argumentos de un derecho.
Ellos y ellas perdieron sus vidas o los desaparecieron porque estaban al servicio de causas altruistas. Es nuestra obligación compensarlos-las con la recuperación de su memoria.
Hablemos de una memoria que rescata de ese pasado a seres en su exacta dimensión humana, a mujeres y hombres parte de un pasado del que es necesario rescatar enseñanzas y extraer y promover herramientas para la convivencia. El pasado no es un fósil, es vida y como vida debemos proyectarlo.
No pretendemos reescribir la historia sino concientizar, no buscamos adeptos sino sensibilizar desde la conmoción en el recuerdo de cada uno y cada una y cada uno de los colombianos. Hagámoslo desde la libertad de la falta de libertad para re-significar nuestra historia inmediata que, es en la que de verdad podemos aportar sólo con nuestra voz o nuestra letra y desde nuestro profundo amor a la vida.
Las experiencias más inmediatas de Argentina, España y el resto de Europa, además de otras más cercanas o lejanas, nos pueden aportar en nuestra intención y acción de recordar.
Retomemos parte del discurso que estuvo presente en las Jornadas sobre la Europa inacabada, realizado en la Escuela de Psicoanálisis en Madrid en diciembre-Enero 1997-1998:
“Freud estaba casi obsesionado con el recuerdo, era para él como un imperativo: recordad. Cuando el analizante no recuerda nada de lo olvidado o reprimido, lo vive de nuevo. No lo reproduce como recuerdo, sino como acto; lo repite, sin saber, naturalmente. ¿Y qué es lo se repite y se olvida? Repetimos todo lo que hemos incorporado ya a nuestro ser…”
“La ausencia de memoria conduce inexorablemente al vacío de las responsabilidades, por eso el psicoanálisis no puede prescindir de la memoria, es un rasgo distintivo frente a las psicoterapias que se fundamentan en el olvido. Privilegiar la conducta, el aquí y el ahora, no es otra cosa que olvidar, y no recordar es la antesala de la locura”.
También la Psicoanalista francesa Colette Soler, conocedora de lo que atañe a Europa después de dos guerras mundiales dijo en las mismas jornadas:
“El inconsciente sabe sobre aquello que la historia olvida, dado que existe una amnesia endémica de la humanidad que oculta las páginas de la vergüenza. Esa amnesia quiere producir un borramiento absoluto, arrojar las atrocidades de la historia a la inexistencia, lo que supone una doble aniquilación: no sólo se mata a las víctimas, sino que se les niega la posibilidad de perpetuarse en la memoria. Pero el inconsciente no olvida nada, conserva las marcas inscritas, al mismo tiempo sólo registra aquello que incumbe al goce. De la construcción de Europa, el inconsciente no sabe casi nada, pero sabe mucho de las guerras, de las atrocidades, y también de los actos heroicos”.

5 de junio de 2007

¿De qué enfermedad sufre Colombia?

Periódico El Tiempo. 24 de abril de 2007


"Los testimonios de paramilitares y los resultados de equipos forenses permiten concluir que las Autodefensas Unidas de Colombia no sólo diseñaron un método de descuartizar a seres humanos sino que llegaron al extremo de dictar cursos utilizando a personas vivas que eran llevadas hasta sus campos de entrenamiento. Francisco Villalba, el paramilitar que dirigió en terreno la barbarie del Aro (Antioquia), en la que torturaron y masacraron a 15 personas durante cinco días, revela detalles de esos cursos hasta hoy desconocidos. "Eran personas de edad que llevaban en camiones, vivas amarradas (...) Se repartían entre grupo de a cinco (...) las instrucciones eran quitarles el brazo, la cabeza...descuartizarlas vivas", dice su expediente


Revista Semana. Edición 5 de mayo de 2007


La encuesta indagó acerca de las reacciones que produjo el impactante informe publicado hace dos semanas en El Tiempo sobre la existencia de fosas comunes, las torturas que les hicieron a las víctimas y la sevicia de asesinatos que van entre 10.000 y 30.000 colombianos, y encontró que todas estas prácticas macabras, cometidas por los paras, eran conocidas por la opinión pública. A pesar de lo anterior, las opiniones se dividen por parte casi iguales sobre si esas informaciones empeoran la imagen de los grupos paramilitares (42 por ciento) y aquellos para quienes siguió igual (38 por ciento). Incluso para un inexplicable 9 por ciento, la imagen mejoró.


Los paramilitares han cometido crímenes de lesa humanidad, han despojado a millones de campesinos y campesinas de sus tierras en busca de un corredor hacia el mar, de territorio que les dé poder y las riquezas del subsuelo; han permeado la economía internacional y nacional de la mano del narcotráfico y buscan tomarse las instituciones colombianas aunque ya se ha demostrado el involucram¡ento de altos mandos del ejército en su formación y actuación.

La narcopolítica y los vínculos con los paramilitares invadió al parlamento, las gobernaciones, alcaldías y se cierne la duda sobre la casa presidencial. ¿Una estrategia a largo plazo? Hoy no es posible que continúen con el viejo discurso que su origen es de autodefensa. En algunos casos particulares, es posible pero no visto desde la esquina que hoy podemos analizar la dimensión que lograron. ¿Hacia dónde va Colombia?.
En un artículo publicado por la revista Semana en su edición del 12 de mayo, el escritor Héctor Abad Facio Lince, expresó su preocupación por la ceguera de las mayorías colombianas y compara la situación con una obra de Ibsen titulada Un enemigo del pueblo.
"El doctor Stockmann, al final de la obra, manifiesta entre irónico y serio su decepción por la democracia. Las mayorías están ciegas. También en Colombia las mayorías están ciegas, o lo que es peor, son indiferentes al horror que ven. El temple moral de los colombianos es flojo, por decir lo menos. Los aliados de los asesinos, los tramposos electorales, serían reelegidos. Una porción alta de los encuestados apoya los métodos de los paramilitares. Las inversiones van bien, el desempleo disminuye, los turistas empiezan a visitar el país. Por lo tanto, hay que callarles la boca a los aguafiestas que exageran con fines políticos los crímenes de los paracos.
Mi conclusión es trágica: hay algo oscuro en la conciencia gregaria, sumisa, de la mayoría de los seres humanos: aman el látigo, tienen sed de líderes que les digan lo que hay que hacer, no quieren pensar por sí mismos, sino ser conducidos por un carácter fuerte. Sólo la mano dura, la autoridad rígida, los hace mover en fila y con fines comunes. La sociedad marcha disciplinada cuando la dirige un ogro furibundo. También durante Franco, Hitler, Mussolini, se construyeron las grandes autopistas, la inflación se detuvo, volvieron las inversiones. Así somos los seres humanos. Los que digan una verdad que contradiga la mentira pública, serán declarados enemigos del pueblo. Y si se van del país y enfermos de un amor rencoroso, declaran lo que acaba de declarar (dolorosamente) Fernando Vallejo, entonces el linchamiento moral queda asegurado. Salud entonces, sumisos compatriotas ciegos, sigan brindando con las aguas podridas del balneario en que vivimos".


¿De qué enfermeead sufre Colombia? ¿Disfrazan su miedo las y los colombianos? ¿ Tienen comodidad? ¿Instalación de "La cultura de la violencia y el dinero fácil? ¿Indeferencia? ¿Amnesia? ¿Dónde está la memoria histórica? ¿La pobreza y miseria de una gran mayoría no deja tiempo para enfrentarse al monstruo del sistema? ¿Autoritarismo con matices de democracia? o ¿Democracia inclinada hacia el autoritarismo?

Aunque parezca paradójico, las grandes manifstaciones del primero de mayo, las movilizaciones y paros de maestros y estudiantes, el trabajo de mujeres, indígenas y algunos políticos y funcionarios honestos dan una esperanza.

25 de abril de 2007

Las mujeres berracas de Colombia

Fabiola Calvo

Sin entrar en disertaciones políticas o ideológicas, las mujeres en Colombia son unas berracas y cuando es “misiá berraca”, quiere decir que si no lo hace ella, no lo hace nadie.
Ahora que los notables de la lengua castellana concluyeron el cuarto congreso de la lengua española en Cartagena de Indias, ¿Qué habrán concluido sobre la palabra berraca? Mientras escribo la palabra, el sistema en el computador, rápido me corrige la ortografía, pero en Colombia tienen el debate si se escribe con B o con v
La Real Academia no la admite en ninguna de las acepciones que la utilizan en Colombia, pero el Instituto Caro y Cuervo de este país incluye en su diccionario los términos berraca, berraco, berraquera.
Para algunos es una palabra vulgar, pero podríamos interpretarla como una innovación en esta parte del Atlántico, digamos que es una aportación criolla como otras tantas.
A lo que vamos: Mujeres berracas en Colombia: Policarpa Salavarrieta, conocida como La Pola, organizadora y subversiva lucho por la independencia de España; Manuela Beltrán, mujer de pueblo que lanzó su primer grito en la plaza contra el gobierno español; Manuela Sáenz, revolucionaria de origen quiteño, vinculada a la gesta libertadora que recorría la Nueva Granada; y todas las que no alcanzamos a nombrar y las anónimas que tendremos que ir descubriendo.
¿Pero qué es una mujer berraca?
Conozcamos el término y la concepción de vida que encierra, de la mano de mujeres berracas.
Para Adriana Hurtado de 24 años, profesional en mercado y publicidad y funcionaria oficial, una mujer berraca “es aquella que ha roto los esquemas que la vida le ha trazado, que logra superar sus temores y transmiten esa fuerza a los demás. Y no sólo es una mujer luchadora, porque creo que todas las mujeres tenemos esa lucha diariamente, una mujer berraca tiene una gran curiosidad y unas ganas de comerse la vida que hace que sobresalga por encima de otras. No todas las mujeres somos igualmente berracas porque esa barraquera se le adormece a una o se despierta de acuerdo a las circunstancias”.
En su entorno cercano Adriana encontró al igual que Nubia, en su madre Erisinda, a una mujer berraca, “no sólo porque es mi primer referente sino porque le tocó romper con el machismo de la familia y romper con la tradición de un pueblo pequeño para el que lo habitual es que una mujer se case y tenga hijos. Ella quiso ser ella, estudió, ha trabajado toda su vida y sin dejar a la familia la ha arrastrado con ella”.
Además de Erisinda, la joven publicista admira la barraquera de Pastora, la madre de su suegra porque “una ve en sus ojos como teje el futuro y no se ha quedado en un pasado doloroso ni se acongoja por las situaciones que le han tocado el alma sino que ha seguido construyendo. ¡Es de una barraquera absoluta!
Nubia Edith Muñoz, tiene 24 años y es estudiante de enfermería. Paga sus estudios y sostiene a su hijo trabajando como empleada del servicio doméstico. Así estudió también su bachillerato.
Nos dice que una mujer berraca “es una mujer que hace de todo para salir adelante, que no ve obstáculos para hacer las cosas”
Con orgullo, Nubia dice que una mujer berraca que ha conocido, es su madre María Aladino. Lo dice poniendo énfasis y alargando cada una de las letras.
“Ella quedó viuda cuando nosotras éramos muy pequeñas. Para ella fue terrible porque el centro de la casa era él porque era quien trabajaba, llevaba el sustento a la casa. Ella, era una ama de casa que no salía a trabajar fuera y que siempre estaba pendiente de nosotras.
“Al perderlo a él… fue un golpe terrible para nosotras pero mi mamá tuvo una gran barraquera para salir adelante. Yo, que soy la mayor, tenía diez años y mis hermanas menores de ocho y siete años.
“Para ella fue muy duro irse a trabajar y dejarnos solas. Se enfrentaba a lo económico, sacar la casa adelante y nuestros estudios. Empezó a trabajar en cafeterías, restaurantes, heladerías, en lo que le saliera.
“La idea de ella fue siempre tener un trabajo que no le ocupara todo el tiempo para dedicarnos tiempo a nosotras pero le tocó en lo que saliera”.
Maria, la madre berraca de Nubia, trabaja hoy en una empresa como aseadora, con las garantías que no tuvo cuando pasaron los acontecimientos señalados por su hija.
También Cristina Spetch, de 45 años, de nacionalidad suiza, con 25 años residiendo en Colombia, actriz de teatro y directora ejecutiva de la Fundación Cultural Los Funámbulos, comentó lo que para ella es una mujer berraca.
“Es una mujer que encuentra caminos y supera todas las dificultades. Puede ser una mujer pobre, rica, con formación, sin formación. No importa”.
Esta europea, curtida en las tablas de la actuación, dice que en su trayectoria ha encontrado muchas mujeres berracas que no son famosas. Recordó a su vecina que tiene 80 años que lleva 17 años luchando por no dejarse sacar de su lote.
Así amigas del mundo que ya pueden decir que en cada uno de sus lugares existen mujeres berracas cuando quieran referirse a una mujer con talento, destreza, que se destaca por su fuerza física, inteligencia, valentía, coraje.
También pueden decir ¡Qué verraquera de trabajo! para significar que es muy, muy bueno. De tal manera que sigamos con esta berraquera, es decir, lo máximo, lo mejor.
A que están de acuerdo conmigo. Es berraquísimo luchar por lo que queremos. Pero eso sí, cuidado porque también una puede estar berraca cuando esta enfadada.
Y ¡Ojalá! que no tengan que decir, No tengo un berraco Euro, un berraco Dólar, un berraco yen, un berraco peso, un berraco Bolívar porque estarían muy pobres.
Hasta la próxima que regrese en pura berraca.

Publicado por SEMLAC
y Radio Vallekas

1 de marzo de 2007

El derecho a la memoria histórica

El 15 de febrero de 1987 fue asesinado Jairo de Jesús Calvo Ocampo, quien asumió en la vida conspirativa el nombre de Ernesto Rojas y fue con el que se le conoció como comandante del Ejército Popular de Liberación EPL.
Jairo o Ernesto, dedicó su vida a la búsqueda de un ideal. Inició su camino en el Valle del Cauca, en Cartago en el grupo cultural Capablanca, luego en “Juventud”, organización que mereció el reconocimiento del escritor Jorge Zalamea. En este grupo, dedicó su energía a la alfabetización en los barrios con menos recursos económicos y en las zonas campesinas.
Antes de terminar el bachillerato viajó a Europa en busca de preparación político-militar para regresar a engrosar las filas de la insurgencia armada, expresión política de una lucha contra la exclusión pactada por los partidos Liberal y Conservador. Se internó en las montañas con el hoy director de cine Sergio Cabrera con quien estuvo a la deriva durante ocho días en las selvas del Noroeste colombiano.
Jairo Calvo, junto con su hermano Oscar William fueron los precursores de la Asamblea Nacional Constituyente, la que posteriormente dio vida a una nueva carta magna. Ambos dirigentes fueron promotores de un proceso de Paz al que el Estado respondió con el asesinato de ambos.
Hoy, Colombia no ha resuelto su camino hacia la paz, máxime cuando la cabeza de instituciones como el Departamento Administrativo de Seguridad, mandos del ejército y senadores se encuentran en procesos de investigación por vínculos con paramilitares.
Las FARC, tampoco presenta al país propuestas que representen los intereses de los diferentes sectores de la sociedad y continúa en una dinámica de guerra.
En el homenaje a la memoria histórica a Ernesto Rojas, esta fue la reseña enviada por uno de sus compañeros:

Un hombre íntegro, humano, visionario, corajudo, alguien en quien confiar a prueba de todo, un líder, un maestro.

Cada encuentro con él era un espacio para oxigenar nuestras convicciones, se salía con ganas de seguir adelante en los compromisos revolucionarios.

Siempre estuvo cerca de su gente, su cargo nunca lo aisló de la tropa, mantenía la comunicación y se informaba de toda su gente. Gozaba de respeto, autoridad, su poder era convincente, nunca de temor.

Fue un ser muy humano, sencillo, capaz de compartir tareas simples con todos. A la vez visionario, proyectó el EPL en su paso de ser una guerrilla con presencia reducida a una organización de nivel nacional, no solo militar, también política. Aquí se debe destacar el impulso al proceso de paz con el gobierno de Belisario Betancurt, fue romper el paradigma de la guerra a toda costa y abrir espacios para encontrar una salida negociada. Siempre nos enseñó que el accionar militar dependía de lo político, no al contrario.

Fue impulsor de los procesos unitarios con todas las organizaciones políticas y militares, en el ámbito nacional e internacional. Se ganó el respeto y prestigio en las demás organizaciones.

Recuerdo que insistía que al ser dirigente se ganan deberes y se pierden derechos. Veía que lo importante no era sumarle años a la vida sino vida a los años. En más de un momento de mi vida, en más de una vivencia, he retomado las enseñanzas de Ernesto.

Recuerdo el dolor tan tenaz que sentí cuando supe de su muerte, estaba en el Putumayo con mis compañeros, fue como perder la luz. El EPL fue otro muy distinto cuando perdió a su comandante.

En este aniversario, un abrazo muy especial para Doña Pastora y toda la familia.

5 de febrero de 2007

¡Qué vivan los estudiantes!

La reciente noticia de la que hicieron eco diferentes medios de comunicación acerca de los miles de estudiantes que unieron sus manos para formar una cadena humana en torno a la Acrópolis, demandando la devolución de los mármoles robados del monumento de Atenas hace más de 200 años, no sólo me recordó el protagonismo que tuvieron en los sesenta y los setenta, sino su capacidad de mover montañas cuando realmente juntan sus manos.
Es una reivindicación que clama por el el respeto a los antepasados, al espíritu de un pueblo. La juventud griega convocó de nuevo a sus dioses, a sus diosas ausentes del Olimpo para que el Museo Británico y su gobierno lean lo que gritaron al viejo mundo imperial, escrito en brillantes chaquetas anaranjadas: "Mármoles del Partenón: reunificación ya,"
Los atenienses retomaron la bandera de Melina Mercury quien fuera su ministra de cultura, y sobre todo una defensora de los tesoros, del alma, de la historia saqueada.
¿Por qué no reclaman los pueblos de América sus tesoros? ¿Cuando regresarán las momias a Egito? Sus espíritus deben vagar porque están fuera de la esencia que les pertenece y los vivos que no reclaman a sus antepasados están o estamos condenados a que se repita la historia.