Muy temprano conocimos la trágica noticia del asesinato de Andrés Felipe a manos de los victimarios de siempre. Una voz más de denuncia que silencian en Colombia ante la sórdida y cómplice mirada del poder y sus distintos resortes. Con el crimen de Andrés Felipe no sólo han asesinado a una flor en primavera como diría en su momento el también asesinado poeta Jesús Chucho Peña, sino que los perpetradores de la peor laya han querido acabar una vez más con el valor cívico de quienes no se resignan a vivir en medio de la mentira, la corrupción, y, sobre todo, aceptando como normal todas las infamias que en el país se cometen por quienes se consideran legitimados para actuar con total impunidad y villanía.
Han cegado la vida de Andrés Felipe, es decir, han acabado con el río caudaloso que serpenteaba entre sus entraña; también han silenciado la guitarra que habitaba en su voz y sus manos, de igual modo, los perpetradores se fueron contra su palabra y su verso sencillo pero no menos duro, rocoso y demoledor.
Desde aquí y ahora hago llegar mis más sentido pésame a la familia de Andrés Felipe y asumo este dolor vuestro como propio, y ello en virtud de los lazos indisolubles que me unen de distintos modos a ustedes.
Hasta siempre,
Hugo paternina Espinosa.
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