30 de noviembre de 2006

Hagamos memoria

Este artículo fue publicado el pasado año. Hoy lo retomamos en virtud de su vigencia y para hacer memoria en otro 20 de noviembre.

Qué veinte años no es nada... Lo podrá decir la letra de un tango o la historia de la humanidad, pero no un país en constante ebullición o la vida de un ser humano.
El 20 de noviembre de 1985, a la edad de 32 años, Oscar William Calvo fue asesinado en Bogotá y, si como dice el poeta John Donne, “la muerte de cualquier ser humano me disminuye puesto que hago parte de la condición humana...”, esta muerte dejó además un gran vacío político.
Calvo inició su despertar en la lucha social a los 13 años como dirigente estudiantil en el colegio Académico de Cartago (Valle), luego al frente del movimiento sindical en Pereira, posteriormente en su vinculación con los sindicatos de la caña de azúcar y jornaleros del campo en el Norte del Valle. A los 18 años, su trasegar en la vida clandestina y la militancia en el Partido Comunista de Colombia Marxista Leninista (PCC-ML) lo condujo a Bogotá, Boyacá y Santander. En su partido, lideró junto con su hermano Jairo Calvo (Ernesto Rojas) la ruptura con las concepciones maoístas, lo que significó la consolidación de una postura democrática, la crítica de una visión militarista y la creación de un movimiento político amplio.
Al momento de su muerte era vocero público del Ejercito Popular de Liberación (EPL) y miembro de la Comisión de Paz constituida por el presidente Belisario Betancur.
Y fue Oscar William, en el marco de los acuerdos firmados en Medellín en 1984 entre el gobierno y el EPL, el primero en proponer una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en Colombia, elegida por el constituyente primario, por el ciudadano, por la ciudadana.
Su propuesta causó revuelo político porque aunque algunos sectores hablasen de democracia, eran ciegos y sordos ante la elemental y fundamental afirmación de que ésta reposa en el pueblo, en el constituyente primario y que en Colombia estaba secuestrada por el senado desde el plebiscito de 1957, sobre lo que Oscar William Calvo afirmó: “En Colombia existe una constitución que le niega al pueblo su poder constitucional, pero ese pueblo puede restituir su poder soberano”.
Oscar William definió a la ANC como “un organismo legislativo especial que tiene como misión revisar o cambiar una constitución y que puede determinar sobre problemas fundamentales en la vida política y social del país”. Para los analistas, era paradójico la columna fundamental para un Estado social y de derecho, la presentase un comunista.

Rápido contexto

Las diferentes fuerzas políticas en 1984 y 1985 consideraron unas, que la propuesta era inconstitucional y otras, que no existían condiciones. Parece que en nuestra historia, entre otras, nos acompañan dos constantes: la amnesia y la exclusión.
La amnesia puede ser inconsciente que en algún momento reaparece en el recuerdo como acción. Y la exclusión, en Colombia, fue heredada de los partidos tradicionales que tuvieron la virtud de convertirla en un “bien social” —exclusión que fue asumida además por los grupos de izquierda con actitudes dogmáticas. Tanta solemnidad dieron los partidos a ese “bien social”, que decidieron firmar el pacto del Frente Nacional en 1957, a la sombra del dictador Francisco Franco en España. Las consecuencias ya las conocemos. Sabemos que en este país no se piden disculpas ni perdón.

Este “recordelis” a modo de contexto, lo hago para traer una respuesta de Oscar William Calvo sobre ¿Cómo saber si el pueblo quiere una Constituyente? “...hemos dicho que se haga una consulta popular, un referéndum, simultáneo con las elecciones de 1986, bien sea en el de cuerpos colegiados o en las presidenciales, para que el pueblo decida si está o no de acuerdo con la convocatoria de una ANC, con poder decisorio y elegida por el voto directo y con plena participación de todos los sectores sociales y políticos del país”.
¿Quién hizo alusión a estos derechos intelectuales durante el movimiento de la séptima papeleta?
En ocasiones es amnesia pero también, a veces, es otra forma de sepultar la verdad en la que juegan los medios de comunicación cuando vacían sus hemerotecas de acuerdo a su conveniencia, olvidando la función social que les atribuye la misma ética profesional.
La historia de Colombia tiene tintes y matices, ojalá la memoria no nos juegue malas pasadas. El país tiene una deuda histórica con Oscar William Calvo quien, pese a su corta vida, dejó una profunda huella que hoy hace parte del paisaje político. Querámoslo o no.
Oscar William consideró la necesidad de convocar una ANC y una apertura democrática como condiciones para transitar hacia la paz. Es innegable que ambas propuestas han estado en el centro del debate en Colombia. La primera culminó con una nueva constitución en 1991 sin que colmara las expectativas pero aportó a una nueva apuesta política y representó un camino de esperanza. Por lo demás, el proceso político y social tiene un final abierto. Y ¿el económico? Está por verse.

1 comentario:

Anónimo dijo...

por los muertos que nunca mueren
seguiran atados a nuerstros recuerdos vivos y anuque han pasado mas de 20 años los recordamos en la plaza publica defendiendo su idearios que tu familia siga para delante