15 de mayo de 2006

Carlos Gaviria puede ser el próximo presidente de Colombia

Convoca a los lvidados de Colombia
como los homosexuales y los presos en las cárceles de fuera
del territorio y no deja la exigencia que ha promovido el
movimiento feminista y de mujeres en el mundo: defensa de los
derechos sexuales y reproductivos y la libre opción
sobre su cuerpo. Visibilización del trabajo doméstico
y contra la utilización del cuerpo de las mujeres como
trofeo de guerra.


En Colombia, varias generaciones han vivido y muerto bajo el signo de la desigualdad y la exclusión; entre la corrupción y la violencia; sobre el conservadurismo y bajo el dogmatismo; y cómo no decirlo, en medio de la desunión de la izquierda y los demócratas.
No tendría entonces por qué sorprender que el programa del Polo Democrático Alternativo (PDA) y su candidato a la presidencia, Carlos Gaviria, ponga en jaque lo que ya parecía un hecho: la reelección del actual presidente, Álvaro Uribe.
Realmente es una propuesta de la coalición de la izquierda -una suma a los nuevos vientos de América Latina-, un programa que propone reducir la desigualdad, acabar con la pobreza dentro de una construcción democrática. Incluye la voz de las mujeres, la niñez, los jóvenes, los ancianos, pueblos, indígenas, gitanos, exiliados, emigrantes.
Es una inclusión desde un ángulo de 180 grados, que convoca a olvidados de Colombia como los homosexuales y los presos en las cárceles de fuera del territorio y no deja la exigencia que ha promovido el movimiento feminista y de mujeres en el mundo: defensa de los derechos sexuales y reproductivos y la libre opción sobre su cuerpo. Visibilización del trabajo doméstico y contra la utilización del cuerpo de las mujeres como trofeo de guerra.
Señores, señoras, ¿cuándo, cuándo un partido o candidato había presentado estas posibilidades para que todos, todas tengan un espacio en ese territorio de 1 millón 144 mil kilómetros cuadrados? Pero también, para que el 10% que vive fuera de la tierra siga siendo Colombia, expreso en la promesa de ese querer fortalecer su organización, en la ampliación de su representación en el congreso, en la reorientación de las políticas en el servicio en el exterior y acuerdos binacionales en educación y cultura.
Año más año, ellas y ellos en aquel país con dos océanos, montañas y llanos, han visto aumentar sus necesidades porque la diferencia entre ricos y pobres se acrecienta; porque vivir de nada es miseria o lo que tienen lo pierden de la noche a la mañana.
El derecho a la salud que para un español o residente en España, con papeles o sin ellos es algo cotidiano, en Colombia es un negocio. El cierre de hospitales, durante el gobierno de Uribe, se convirtió en deporte nacional. El PDA considera la salud como un derecho humano y no una mercancía.
Y como las soluciones se han aparcado o se han olvidado, parece que en el rincón suramericano todo es urgente. Es así. La paz es una de esas premuras sobre las que el nuevo partido presenta grandes novedades. La guerra que en Colombia lleva más de medio siglo con miles y miles de personas asesinadas, masacradas, muertas en combate; cientos de desapariciones y actos denigrantes, exige una convocatoria de país, una construcción colectiva y concertada entre el Estado y la ciudadanía.
Carlos Gaviria, quien fuera presidente de la Corte Constitucional y liberal por convicción, apuesta por la formulación e implementación de un acuerdo nacional de paz pero no en la soledad presidencial sino de la mano de su país, de sus gentes, con la ciudadanía, para que las organizaciones insurgentes y los paramilitares depongan las armas. Habla de la consecución de paz con seguridad social.
Difícil pero posible el cumplimiento del programa del PDA. Difícil porque es un planteamiento demócrata que reivindica conceptos empolvados en el diccionario de los gobernantes en Colombia: libertad, soberanía y respeto al derecho. Posible porque las respuestas no pasan sólo por un presidente sino por la participación, la inclusión.

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