En la casa, la oficina, el bus, la cantina, la cafetería, las colombianas y colombianos hablamos de política. Lo hacemos todos los días, no sólo por las consultas internas de los partidos que se harán el próximo 26 de octubre sino por la urgencia de un cambio que no está ni en la selva ni en las propuestas del inquilino de la casa de Nariño.
Colombia necesita un partido de izquierda centro que defienda y profundice los alcances del espíritu de la constitución de 1991.
Un partido que responda a las necesidades de aquí, que no importe propuestas. No cabe el neoliberalismo, no cabe la socialdemocracia (se consolidó en países industrializados que dependían de otros países sin ese derecho), no cabe…no cabe…construyamos nuestro propio camino.
Que llegue a los sitios más recónditos de este país y que lo integren hombres y mujeres de todos los sectores sociales.
Un partido que de sepultura a las acciones neofascistas que han logrado desestructurar el recorrido de procesos democráticos.
Un partido que diga no a la guerra, no a las armas y su camino sea el de la negociación.
Un partido que des institucionalice las prebendas, el clientelismo y la corrupción.
Que diga no a las nuevas élites de la vieja izquierda que empiezan a tomar forma.
Un partido que con una nueva forma de hacer política, no copie los vicios de los viejos partidos. Abierto, pluralista, solidario y con vocación de construir desde muchas voces.
Un partido que sepa que la política no son sólo las elecciones.
¿Cuánto más podemos agregarle al Partido de Izquierda Centro que necesita este país?